martes, 21 de diciembre de 2010

4x3

Esta ha sido una mañana de mil perspectivas. Ahora mismo tengo un torbellino tan grande en la cabeza que no sé ni por dónde empezar. Pero hay una cosa que tengo muy clara: definitivamente ya no soy una extraña en Paris.


Ha sido un largo viaje de 12 horas para poder regresar a la bella Paris, y no he vuelto  en tren. Hace exactamente cuatro horas que aterricé en el aeropuerto de Charles de Gaulle, con cuatro horas de retraso. Y no tengo el ceño fruncido, ni siento cansancio, más bien he llegado con una gran sonrisa de oreja a oreja y unas ganas increibles de seguir disfrutando de la ciudad. Ha sido una verdadera aventura.

Pasé cuatro horas en  Barajas con la incertidumbre de si mi vuelo se cancelaría o no a causa de las fuertes nevadas que han caído estos días en Paris. Y extraña pero afortunadamente mi vuelo fue el único de todos los de ese día que hacían el trayecto Madrid-Paris que no fue cancelado. 

Y en cuanto al tema de las perspectivas decir que durante toda la tarde tuve la impresión de tener tatuado en la frente el símbolo de información. Eso o con las tablas de experiencia que ya tengo en los aeropuertos debo de poner una cara de tranquilidad y sabiduría que atrae a la gente, porque durante toda la jornada un montón de personas vino a preguntarme sobre el estado del vuelo.  

Fue grotesco. Después de las dos horas iniciales de retraso de las que nos habían prevenido, nuestro vuelo comienza a marcar en las pantallas "Embarcando" por la puerta C45, y lo cierto es que algún error debía haber porque en la puerta C45 no había más que un centenar de pasajeros inquietos y perplejos. Lo mejor vino cuando  20 minutos más tarde nuestro vuelo desapareció de las pantallas. Llamé por teléfono para obtener la información de internet, y aquello era mejor todavía porque allí aparecía que íbamos a aterrizar en París en los próximos 5 minutos. O el avión va a llegar vacío o la actualización anda lenta.  Más tarde el vuelo reapareció en los mostradores y embarcamos dos horas después. 

Con todo esto, logramos llegar a parís a las 2am y una vez allí esperé  al primer tren de RER, equivalente al cercanías. Podría  haber intentado coger los autobuses nocturnos, pero exigía hacer un transbordo en Gare de l'Est que no me apetecía puesto que estaba nevando en París y sin conocer los horarios podía pasarme media hora esperando la conexión.

Esperando al RER conocí a unas chicas de California que venían en el mismo vuelo y me reconocieron. (A mí o al signo de información tatuado) y les dí algunas guías y trucos para visitar París. (Descuida que a ti te daré todas). Tomé el RER B a las 4:56 y media hora más tarde llegaba a Chatelet-Les Halles. Allí hice conexión con el RER A hasta la Gare de Lyon, donde afortunadamente ya estaba el metro abierto, y en una estación llegué a Bastille. 

Salgo del metro por la Rue de la Roquette. Nieva. Me detengo a contemplar la nevada a través de la farola. En ese momento sonrío, y  un precioso contrapicado me da la bienvenida a París. Giro en la Rue de Lappe, ya solo me quedan unos metros. La calle desierta, las ruedas de mi maleta haciendo un ruido ensordecedor sobre los adoquines. Paro. Es tan hermoso el silencio de la nieve al caer...

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